Los negocios ‘verdes’ tienen futuro en Valladolid. Y es que mientras otros muchos sectores económicos agonizan, las iniciativas vinculadas al sector ecológico están en pleno crecimiento en la provincia con la puesta en marcha de distintos negocios centrados, sobre todo, en la alimentación «sana». Los emprendedores vallisoletanos apuestan por la bioeconomía, por el uso de materias primas y combustibles renovables.
Un ejemplo es la empresa de mensajería Xiclo. Este proyecto empresarial nació en la capital sólo hace unos meses y ya ha recibido premios como el de Mejor Práctica de Movilidad Sostenible en la categoría de Emprendedores, un galardón que concede la Fundación Renault y el Club de Excelencia en la Sostenibilidad. Sus promotores apuestan por un servicio de distribución de paquetes en mano, rápido y, sobre todo, sostenible. Así que para el reparto usan una bicicleta y un triciclo, equipados con cajas con capacidad para transportar cargas de 80 y 180 kilogramos respectivamente.
Uno de sus clientes es La Regadera Verde, un negocio también de reciente creación que se centra en la producción de verduras y hortalizas ecológicas. Desde sus huertas en Tudela de Duero salen directamente los pedidos, utilizando el servicio de reparto de Xiclo, a los hogares de los compradores. «Esto supone un añadido de responsabilidad para nuestros clientes, que aprecian nuestro grado de implicación y con su gesto, apoyan dos iniciativas locales cien por cien sostenibles», aseguran sus responsables.
Muchos de estos productos también se pueden degustar en restaurantes de la capital, y próximamente en Cuatroplatos, que en quince días abrirá sus puertas en la plaza de Cantarranas. «No seremos un restaurante propiamente ecológico o vegetariano, aunque estos productos serán una base importante de nuestra carta», asegura uno de sus promotores. Una filosofía que también impera en el obrador Masamadre, también de reciente apertura, que sirve desayunos eco-bio y una amplia variedad de productos artesanos elaborados con harinas ecológicas.
«Cada vez más gente apuesta por la alimentación basada en productos ecológicos», afirma Carmen Sebastián, propietaria de la tienda De bote en bote, que abrió sus puertas en Valladolid en 2005.
Sebastián reconoce que la diferencia de precio «es grande» respecto a los productos habituales de los supermercados, pero la mayoría de los clientes «son gente muy concienciada sobre que es necesario tener una alimentación sana, además de cuidar el planeta». Otra de sus apuestas se basa en trabajar con productores de la zona para fomentar el comercio local y, también, «minimizar los costes y la contaminación que produce el transporte de estas mercancías».
Un argumento que reitera Susana García, propietaria de Ecolo, otro comercio de productos ecológicos ubicada en Parquesol, que reconoce que puso en marcha este negocio por un compromiso personal con el Medio Ambiente. Su tienda también se nutre de productores local porque «esto nos permite conocer sus huertos, granjas o lugares de producción».
En esta oferta ‘verde’ también hay un espacio para la cosmética ecológica. De eso se encargan en Cositas buenas, que ofrece productos realizados con ingredientes cien por cien naturales. «La cosmética ecológica y natural se elabora con ingredientes vegetales provenientes de la agricultura biológica que no perjudica el medioambiente y que respeta el trabajo de los que se dedican a cultivarlos», aseguran sus promotores, que también apuestan por crear conceptos nuevos de comercio solidario. «Desde nuestros inicios buscamos la forma y la unión de nuestra cosmética de conciencia con el valor humano y ético del comercio. Cositas buenas ha sido la primera empresa de cosmética ecológica que por su filosofía y transparencia ha entrado a formar parte de la REAS, Red de Economía Alternativa y solidaria».
Todos estos negocios también apuestan por la divulgación de la cultura ecológica. Así, desde La Regadera Verde promueven visitas guiadas a la huerta, a la vez que ofertan a los visitantes la posibilidad de recoger y degustar los productos que producen. También organizan talleres de horticultura, compostaje, lombricultura, fabricación de conservas o clases de inglés a pie de huerta.
Aunque la iniciativa pionera en la capital surgió en 1997 con la puesta en marcha del primer grupo de consumo ecológico, la Patata Solidaria, muy vinculado con el proyecto del pueblo ecológico en Amayuelas (Palencia). Esta iniciativa sirvió de referencia para la puesta en marcha de otro grupo de autogestión en el barrio de La Rondilla. Otra fórmula es la de Ecogermen, una sociedad cooperativa de consumo ecológico, que se creó en 2003 para propiciar el consumo de productos ecológicos, con criterios éticos, «que en su producción y elaboración respetan la salud de las personas y de la Tierra».
Estos grupos establecen relación directa con productores y proveedores de productos ecológicos o artesanales, eliminando intermediarios en esta relación de consumo. Una apuesta por una economía social y solidaria, que implica desarrollar un nuevo tipo de relaciones económicas, basadas en la igualdad de trato entre todos los que intervienen en el ciclo producción-consumo. Además, también intentan destinar los beneficios a proyectos con objetivos sociales, que respeten al medio ambiente y tengan un compromiso social con el entorno y el fomento del empleo digno.